EL AGUJERO NEGRO QUE NOS DISPARA

La ilustración del sistema de chorros

¿Te cuesta imaginar qué son 31.000 billones de kilómetros? Pues, felicidades, acabas de entrar en el club de los que no entienden qué es un parsec. Pero tranquilo, porque para los astrofísicos, es pan de cada día. Esta es la unidad de medida que usan para hablar de las distancias entre galaxias y, en este caso, sobre los jets gigantes emitidos por agujeros negros súper masivos, como si fueran géiseres galácticos que lanzan radiación y partículas. Sí, el universo es así de dramático, y esos jets ayudan a que crezcan o no nuevas estrellas. ¡Ahí es nada!Resulta que un joven astrofísico llamado Martijn Oei y su equipo, con la ayuda de un súper telescopio llamado LOFAR (no, no es un nombre de villano de Marvel), han descubierto un par de jets galácticos que miden unos impresionantes siete mega parsecs. Para que te hagas una idea, eso es más grande que cinco galaxias juntas, ¡y ni siquiera los científicos pensaban que jets tan grandes pudieran existir! Han decidido bautizar este fenómeno como Porphyrion, inspirado en un gigante mitológico, porque claro, ¿qué mejor nombre para algo tan épico?El Telescopio LOFAR es una maravilla de la ingeniería que no se limita a un disco como los telescopios comunes, ¡este usa una red de estaciones en varios países! Gracias a sus imágenes de radio, los científicos pueden observar fenómenos tan enormes como estos jets y averiguar más sobre los agujeros negros. Todo esto nos da pistas de cómo se formó el universo y hacia dónde va, aunque a nosotros, simples mortales, nos quede todo un poco lejos. Literalmente.Y si te preguntabas si este hallazgo es importante, la respuesta es un rotundo sí. Los agujeros negros no solo son devoradores de materia, sino que también son creadores indirectos de estrellas y planetas. Y quién sabe, quizás hasta de vida. Así que, aunque el sol no se va a convertir en un agujero negro y tragarse la Tierra (respira tranquilo), investigar estos fenómenos sigue siendo la última frontera para entender nuestro lugar en el universo... o, al menos, para quedarnos flipando con su inmensidad..