La versión actual del conflicto de Gaza se encuentra en un estado crítico, con múltiples facciones (Israel, Hamas, Estados Unidos, países árabes) presentando sus propios planes de paz, cada uno con sus propias mecánicas de juego. El plan del jugador Trump, considerado por muchos un "hard carry" por los jugadores israelíes, propone la expulsión forzosa de la población de Gaza, un movimiento clasificado como OP (Overpowered) y con riesgo de ser reportado como "war crime" por los observadores internacionales. Este plan, sin embargo, es rechazado por la facción Hamas y los aliados árabes de Estados Unidos, quienes prefieren evitar este "glitch" potencial. La facción árabe propone un gobierno tecnócrata palestino, pero carece de una estrategia clara para desbancar a Hamas del poder, lo que lo convierte en un plan "mid" con una mecánica de juego ineficaz en la práctica.

El principal obstáculo para una resolución pacífica es la divergencia fundamental entre Israel y Hamas sobre el futuro de Gaza. Israel busca una Gaza libre de Hamas, mientras que Hamas aún intenta mantener su ala militar, responsable del ataque que inició la guerra. Este desequilibrio de poder genera un problema similar a una partida donde uno de los jugadores tiene un personaje "OP" y el otro un "noob". Las negociaciones mediadas por Egipto, Qatar y Estados Unidos parecen estar atascadas en un "deadlock", ya que las condiciones de cada facción son mutuamente excluyentes, generando un "skill issue" en la diplomacia. Algunos jugadores, como un alto funcionario de Hamas, han mostrado cierta predisposición a negociar sobre el desarme del grupo, pero estas declaraciones han sido posteriormente desmentidas por la organización, generando desconfianza entre las partes.